Ir a Inicio Ir a Descargas Ir a Enlaces Ir a Contactos Ir a Novedades Ir a Mapa Web Ir a Buscar Ir a Publicaciones Ir a Planes y Programas Ir a Normativa Ir a Protección y Conservación Ir a Actividades en el Medio Natural Ir a El Medio Natural

Menu
El Medio Natural
La Sierra Litoral
El Campo de Cartagena
Humedales
La Costa
Litoral Sumergido

EL CAMPO DE CARTAGENA
Es una extensa llanura situada entre las sierras litorales, las prelitorales y el Mar Menor. Constituye una cuenca sedimentaria donde se han depositado materiales neógenos y cuaternarios procedentes de la erosión de relieves circundantes. Estos materiales han dado lugar a unos suelos profundos y bien desarrollados que poseen unas excelentes propiedades para el cultivo.

Aparece salpicada de pequeños cabezos volcánicos (Cabezo Beaza, Cabezo Ventura, etc.) que contribuyen a diversificar el monótono paisaje de la zona. Atravesando la llanura aparece una extensa red de ramblas que desembocan en el Mar Menor, entre la que destaca la del Albujón (42 kms).

Esta llanura estuvo inicialmente ocupada por una vegetación natural constituida por lentiscos (Pistacia lentiscus), palmitos (Chamaerops humilis), pinos (Pinus halepensis), azufaifos (Ziziphus lotus), espartales (Stipa tenacísima), albardinales (Lygeum spartum) y tomillares (Thymus sp.). Las excelentes propiedades agrícolas de los suelos dio lugar a una progresiva sustitución de la vegetación natural por cultivos, conservándose actualmente solo restos de la misma en zonas marginales de cultivo y algunas ramblas.

Los cultivos de secano fueron los más abundantes hasta mediados del siglo pasado, momento en que empezaron a sustituirse por regadíos abastecidos con aguas subterráneas y del trasvase Tajo-Segura. Los cultivos de secano ocupan la mitad occidental del municipio, mientras que los regadíos se localizan en la zona oriental.

Entre los primeros, cabe destacar los campos cerealistas y cultivos de almendros, algarrobos, olivos e higueras. Más escasos son los granados que suelen aparecer junto a casas de campo y zonas marginales de cultivo. Los regadíos están constituidos por cítricos, legumbres y hortalizas (lechugas, melones, alcachofas, tomates, etc.), cultivos industriales (pimiento y algodón), especies forrajeras y plantas ornamentales.


Cultivos de secano y eriales. Los cultivos de secano constituyen un ambiente de gran valor natural, paisajístico y cultural. Forman parte del hábitat de algunas especies singulares como son las aves esteparias, conservan parte de la vegetación natural de la zona sobre la que se asientan y poseen elementos de gran valor paisajístico y cultural como son los molinos de viento.

Los cultivos de secano llevan asociados una gran diversidad de malas hierbas que tiñen de vistosos colores los campos de cultivo. Entre las más comunes, cabe citar el collejón (Moricandia arvensis), el crisantemo (Chrysanthemum coronarium) y las amapolas (Papaver rhoeas).

La comunidad faunística asociada a los cultivos arbóreos de secano esta dominada por aves ligadas a medios arbolados. Es el caso de la abubilla (Upopa epops), la tórtola común (Streptopelia turtur), el estornino (Sturnus unicolor), el mochuelo (Athene noctua) y el verderón (Carduelis chloris). Mención especial merecen los palmerales asociados a este medio, en los que es habitual la presencia del llamativo pito real (Picus viridis).

Los campos cerealistas presentan una comunidad de carácter estepárico con la terrera común (Calandrella cinerea), la cogujada común (Galerida cristata) y el alcaraván (Burhinus oedicnemus) como principales representantes. Muy similar es la fauna de los eriales, en los que abundan la calandria común (Melanocorypha calandra), la lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus) y la lagartija cenicienta (Psammodromus hispanicus).

Por su parte, los taludes de ramblas y las terrazas de cultivo son utilizados por vistosas especies estivales como el abejaruco (Merops apiaster) y la carraca (Coracias garrulus) para construir sus nidos. Otras especies ligadas a este medio son el cernícalo vulgar (Falco tinunculus), la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus) y el erizo moruno (Aethechinus algirus).


Cultivos de regadío.

Los regadíos son áreas enormemente transformadas que carecen de grandes valores naturales. Únicamente, la presencia puntual de especies como Diplotaxis tenuisiliqua, un iberoafricanismo considerado como vulnerable a nivel regional, proporciona un cierto valor a este ambiente.

Los regadíos han originado algunos cambios en las posibilidades faunísticas de la comarca. Han permitido colonizar la llanura a especies hasta entonces restringidas a otros ambientes, como el mirlo (Turdus merula). Además, la proliferación de balsas ha contribuido a enriquecer la fauna con especies como la cigüeñuela (Himantopus himantopus) y el zampullín chico (Tachibaptus ruficolis).

Otras especies características son el petirrojo (Erithacus rubecula), el jilguero (Carduelis carduelis) y la curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) en los cítricos; y la lavandera blanca (Motacilla alba), la cogujada común (Galerida cristata) y la terrera común (Calandrella cinerea) en los cultivos bajos.

Entre los representantes de otros grupos animales, cabe destacar la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus), la culebrilla ciega (Blanus cinereus) y el sapo corredor (Bufo calamita).


Construcciones rurales.

Junto a casas de campo y construcciones rurales aparece una vegetación constituida por una combinación de especies nitrofilas y otras introducidas por el hombre como es el caso de la palmera datilera (Phoenix dactylifera), el olmo (Ulmus minor), la chumbera (Opuntia maxima) y la pita (Agave americana).

La fauna está constituida por especies como collalba negra (Oenanthe leucura), el mochuelo, la golondrina (Hirundo rustica), la comadreja (Mustela nivalis) y las salamanquesas (Tarentola mauritanica, Hemidactylus turcicus).